En la red existe una creencia popular de que todo debería ser gratis.
Para muchos, Internet es un contenedor de información gigante en el que
cualquiera puede apropiarse de una pequeña parte. Sin embargo, al igual
que en el mundo de a pie, existen empresas. Sí, en efecto, empresas.
Cuando nosotros usamos sus servicios estamos sometidos a una serie de
reglas y condiciones. Si no estamos satisfechos, es fácil, nos vamos.
Por ejemplo, cuando mencionamos ahora a Instagram,
se nos viene a la cabeza todas las diferentes etapas por las que ha
pasado y los diversos obstáculos que ha tenido que pasar para llegar
donde está. En su día, hubo una polémica enorme en torno a los cambios
en sus términos de uso. En definitiva, buscaban su
propio beneficio sin tener en cuenta el de los usuarios. Por otra parte,
aparecen proyectos como por ejemplo Pressgram que desean ofrecer un servicio al estilo de Instagram en el que conservemos todos los derechos sobre nuestras creaciones.
La propiedad de los contenidos es un tema muy polémico
en estos momentos. Es verdad que muchas empresas abusan de su posición
dominante para utilizar nuestros datos para sus propios fines. ¿Está
mal? ¿Está bien? Cada cual tiene su opinión. En un
mundo ideal, las empresas ofrecerían unos servicios maravillosos y
nosotros los utilizaríamos sin pagar lo más mínimo por ello, además,
conservaríamos plenamente el derecho sobre los contenidos que hubiésemos
creado o distribuido en la plataforma.
Bien es sabido por todos que el primer objetivo de una empresa es generar beneficios. Cada una de ellas establece sus propias condiciones de uso. Por ejemplo, Instagram quiso en su momento vender nuestras imágenes.
Fue una decisión que generó un movimiento en contra de la plataforma
por parte de muchos usuarios llegando hasta el punto de que unos cuantos
abandonaran la cuenta. ¿Me parece mal? Claro. Su objetivo era lucrarse
gracias al contenido que nosotros generábamos. Más allá de las fotos de
gatitos y comida hay auténticos fotógrafos profesionales que utilizan la
plataforma para darse a conocer.
¿Entonces? Yo creo que la clave está en un punto medio.
Por ejemplo, no me importaría que Instagram utilizase mis datos y fotos
para generar una publicidad muchísimo más específica. Sería mucho más
efectiva y los dos saldríamos ganando. ¿Qué hay de malo en ello? Yo
entiendo que se trata de un servicio que utilizamos gratuitamente
y, en consecuencia, veo totalmente factible que tome esa decisión.
Aquellas personas que tampoco quieren anuncios no creo que conciban que
Instagram tenga un costo. Al igual que cualquier empresa, tiene que
pagar a sus empleados, mantener los servidores y un largo etcétera. Si
quisiésemos un servicio sin publicidad y además no pudiesen utilizar
nuestros datos entiendo que lo más sencillo sería pagar una cuota mensual o anual. Pero claro, ¡vaya robo!
A raíz de esto esto, se está incubando el proyecto Pressgram en Kickstarter.
Se trata de una alternativa a Instagram con una filosofía diferente. En
realidad, su objetivo es desarrollar una plataforma para crear imágenes
sin que éstas estén sujetas a ningún tipo de licencia
de uso ni términos de servicio. ¿Cómo? En la aplicación podremos aplicar
nuestros filtros favoritos para a continuación compartir el resultado
en WordPress, un sistema de gestión de contenidos bajo licencia GPL. Se trata de una solución para todos aquellos preocupados con la propiedad intelectual de los contenidos.
En definitiva, existen empresas que se apropian de nuestro contenido y
otras que nos otorgan la máxima libertad. Nadie nos engaña, al
registrarnos en cada una de ellos siempre se especifican las cláusulas.
Sin embargo, si cambian de repente, como Instagram, siempre
conservaríamos el derecho a borrar nuestra cuenta. Personalmente, si
utilizamos un servicio de forma gratuita que lleva un coste de mantenimiento importante es lógico
que paguemos con nuestros datos, aunque hay analizar hasta que punto;
tampoco debería ser abusivo. ¿Cómo querríais que se financiasen si no?
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