martes, 18 de junio de 2013
Shirin Neshat (1957, Irán) puede que no sea una fotógrafa conocida por el gran público, pero muchas de sus fotografías forman ya parte del imaginario colectivo. Son las fotografías de mujeres con el rostro surcado por miles de frases escritas con la bella caligrafía oriental. Creo que es una de las imágenes más copiadas desde la década de los 90, cuando Shirin Neshat creó la serie original que tanta fama y nombre le dio.
La exposición que podemos disfrutar estos días en Madrid hasta el 1 de septiembre de 2013 tiene por nombre Shirin Neshat. Escrito sobre el cuerpo. Es una nueva visión del personal trabajo de la artista, gracias al trabajo de Octavio Zaya, uno de los mejores comisarios, o curadores, como se dice en América Latina. Podemos ver dos vídeos y unas veinte fotografías de gran formato de sus series Rapture, Tooba, Mujeres de Ala y El libro de los reyes que podemos ver por primera vez en esa exposición.
En 1974 se fue a los Estados Unidos a estudiar Arte, pero ya no pudo volver a sus país hasta los años 90, por culpa de la revolución que transformó profundamente su país. Los cambios tan drásticos que sufrió su tierra le impulsaron a crear su personal estilo que le ha convertido en una de las creadoras más respetadas del siglo que vivimos. Es una defensora de la mujer islámica en general, e iraní en particular. Una mujer oprimida e invisible en una sociedad que vive en el pasado y que poco tiene que ver con el mundo persa del que proceden. Aunque también tiene que luchar con los prejuicios occidentales.
¿Y cómo comunicar todos esos sentimientos a través de la imagen? Shirin Neshat lo tuvo claro. Como ella mismo dice, la sensación que tuvo al volver a entrar en su tierra fue que el color se había ido. Su país era otra cosa que nunca había visto en ningún lugar. No podía ni haberlo imaginado. Por eso ha creado un mundo lleno de múltiples lecturas, unas más evidentes para un espectador poco atento, y otras más profundas, simbólicas y filosóficas para alguien que sepa el código del mundo iraní. Es decir, que muchos seremos incapaces de ver todas las lecturas, pero siempre tendremos una visión general de dicha problemática.
Ella se sirve de la imagen, ya sea fotográfica o a 25 fotogramas por segundo. Lo importante para ella es expresar y comunicarse como sea. Su mensaje ha llegado tan lejos, que ha recibido importantes premios en el ámbito de la cinematografía, como el León de Plata a la mejor directora en el festival de cine de Venecia por Mujeres sin hombres.
Por todos estos motivos es necesario ver esta exposición de una mujer iraní que vive toda su niñez y adolescencia en el Irán del Shah, que viaja a Occidente para formarse como artista y descubre la quintaesencia del capitalismo y el individualismo en los Estados Unidos, y que cuando vuelve a la tierra de sus ancestros decide dar un giro a su vocación artística (hasta entonces dirigía una galería de arte) y convertirse en uno de los estandartes de la denuncia de una sociedad que oprime a la mujer hasta límites absurdos, como tener prohibida la música.
La sala permanece oscura, con un montaje que nada tiene que ver con la luminosidad de la anterior retrospectiva que vimos en el mismo lugar, la de Virxilio Vieitez. En las fotografías domina el blanco y negro, con las mujeres cubiertas de palabras y escondidas bajo el velo. Pero también podemos disfrutar de un color sosegado, apenas el rojo de la sangre, en la última serie basada en el Libro de los Reyes persa, donde se cuenta la lucha entre el bien y el mal, y escrito en el año 977. Es la historia mitológica de Irán. Además es la primera vez en diez años que se expresa de nuevo con una cámara fotográfica.
Es una de las exposiciones estrella de PhotoEspaña y puede que no acuda el público en masa, pero los que vayan podrán sentir todo el mundo interior de Shirin Neshat.
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