Las cámaras réflex,
con los objetivos que suelen traer “de serie”, no están muy capacitadas
para realizar fotografías macro. En el caso de Nikon, el 18-55 que
suele venir con los modelos más básicos es capaz de acercarse a los
objetos a fotografiar hasta una relación máxima de 1:3,2 de tal modo que
podremos obtener primeros planos más o menos decentes, pero a la hora
de fotografiar algo de tamaño reducido (como la moneda de dos euros que
vamos a emplear a modo de ejemplo durante todo este artículo y cuyas
imágenes no han sufrido ningún tipo de recorte) enseguida nos toparemos
con sus limitaciones.
Para este tipo de fotografía se emplean los objetivos macro, que son
casi instrumentos de laboratorio: tienen una nitidez brutal, no
viñetean, enfocan a escasos centímetros del objeto a retratar dando una
relación de ampliación de al menos 1:1… pero tienen un problema: son
bastante caros.
Por cierto, ya que estamos, os comento que la relación de ampliación
1:1 se refiere a que el objetivo es capaz de ampliar las cosas hasta
proyectarlas sobre el sensor a su tamaño real. Esto implica que si
fotografiamos un objeto que tuviera las mismas dimensiones que el
sensor, éste ocuparía todo el encuadre (lo que ofrece un nivel de
detalle impresionante gracias a la gran resolución de las cámaras
actuales).
La notación del grado de ampliación se puede entender como un
cociente cuyo resultado es el factor de ampliación obtenido sobre el
sensor con respecto al tamaño real del objeto. Un objetivo que tuviera
un factor 5:1 indica que sobre el sensor de la cámara se van a proyectar
los objetos a un tamaño cinco veces mayor que en la realidad; o dicho
de otro modo, que un objeto que mida tan sólo 5 x 3 mm llenaría
completamente el encuadre si empleamos una cámara con sensor APS-C. Del
mismo modo, un objetivo con una relación de ampliación de 1:2 indica que
sobre el sensor se va a proyectar la imagen a un tamaño que será
exactamente la mitad de lo que mide realmente.
Hablando de objetivos específicos para macro, el modelo más barato que se puede encontrar actualmente en el mercado es el Tamron 90mm f/2.8
que sale por unos 300 euros comprado en China a través de eBay estando
disponible para diversas monturas; y aunque no es un precio excesivo si
lo comparamos con otras ópticas similares de Nikon o Canon, no dejan de
ser trescientos eurazos (cuatrocientos y pico en tienda física española)
que para los tiempos que corren pueden suponer un desembolso económico
importante.
Puesto que en este blog siempre intento dar soluciones más o menos
económicas para resolver este tipo de situaciones, lo que hoy vamos a
ver son dos modos de conseguir hacer fotografías macro con nuestra
cámara réflex sin dejarnos apenas dinero en ello, ya que ambos se basan
en elementos bastante simples que se colocarán entre la bayoneta de la
cámara y el objetivo logrando que la relación de ampliación del mismo
sea superior a la que obtenemos cuando montamos la óptica sin más.
Anillo inversor
Un anillo inversor no es otra cosa que un anillo metálico que posee
por un lado la la montura de un objetivo para ser encajado en la
bayoneta de la cámara y por el otro la misma rosca que tendría un filtro
normal y corriente (por lo tanto, existirán anillos inversores de
diferentes medidas y para las diferentes marcas de cámaras).
Al ser un elemento tan simple no debería costaros más de diez o
quince euros en una tienda física y no mucho más de cinco si lo compráis
en eBay o similar (ejemplo).
En cualquier caso, aseguraos de que éste sea metálico, no se vaya a
partir algo mientras lo usamos y se nos vaya el objetivo al suelo.
Bueno, pues el asunto consiste en que vamos a montar el anillo en la
bayoneta de la cámara como si fuera un objetivo cualquiera y a
continuación roscaremos el objetivo en él por su parte frontal. Puesto
que no sé si la explicación ha quedado muy clara os pongo un par de
imágenes a continuación que os ayudarán a haceros una idea de cómo
funciona el invento:
Para estas cosas es más recomendable emplear objetivos fijos que
aquellos de focal variable. Entre otras cosas, los primeros son más
luminosos y la calidad de imagen es mayor, pero hay otra cosa a tener en
cuenta: los objetivos angulares son capaces de ampliar más la imagen
que un 50mm cuando se montan invertidos, de tal modo que si tenéis un
antiguo 35mm o un 28mm por casa sería ideal.
Eso sí, no hace falta que os diga que usando un anillo inversor vamos
a perder todos los automatismos de la cámara sí o sí, ya que no hay
posibilidad alguna de mantener los contactos electrónicos entre cuerpo y
objetivo (más que nada porque estamos montando el objetivo por el
filtro). Obviamente los objetivos a emplear tendrán que tener anillo de
diafragmas para controlar la apertura, puesto que no va a ser posible
controlar este parámetro desde la propia cámara.
Para disparar habrá que hacerlo en modo completamente manual y encima
sin fotómetro, por lo que la estrategia se basa en el método
ensayo-error hasta lograr el resultado deseado, mirando la pantalla de
la cámara entre toma y toma.
Como podéis ver a continuación, el grado de ampliación obtenido
empleando el anillo inversor y un objetivo de 50mm es bastante mayor que
si usamos el 18-55 a su máxima longitud focal y enfocando lo más cerca
posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario