No es ningún secreto que Leica
vive en un universo paralelo al que no tiene sentido acercarse con los
criterios habituales del mercado fotográfico digital. La nueva y
flamante Leica M no es una excepción. Por mucho que su CMOS de 24
megapíxeles o la grabación de vídeo puedan interpretarse como un guiño
de modernidad, sigue siendo una cámara que nada tiene que ver con el
resto. Tras tener el lujo -nunca mejor dicho, porque estamos ante un
cuerpo de unos 6.400 euros- de pasar un fin de semana con ella, hemos
comprendido que pretender juzgarla o valorar su relación calidad-precio
sin ser auténticos "leiqueros" sería tan absurdo como pretencioso. En su
lugar, hemos optado por disfrutar de ella e intentar entender un poco
mejor este singular mundo.
¿Es la mejor cámara que se puede comprar por ese precio? La respuesta
rápida sería un contundente no en letras mayúsculas. Pero esto no sería
del todo cierto ni justo, porque como ya hemos dicho una Leica M nunca
puede valorarse con los criterios estándares. No es una cuestión de
esnobismo o diplomacia para no sacar el cuchillo en estos párrafos. De
hecho, adoptar esa actitud sería lo fácil. Y lo más divertido,
posiblemente.
Robusta y bastante pesada entre las manos, el reborde posterior a la
altura del pulgar mejora notablemente el agarre. La nueva rueda de
control incorporada en esta zona también se agradece, aunque si se nos
permite el tirón de orejas, notamos una gran diferencia entre la calidad
de construcción de los mandos tradicionales (rueda de velocidades,
disparador…) y los botones y pulsadores traseros.
CMOS en lugar de CCD
El Live View es una de las novedades que llegan de la mano del captor
CMOS, que sustituye el CCD usado hasta ahora por las M digitales. Algo
que, suponemos, también tendrá que ver con el notable incremento del
disparo en ráfaga, que pasa de 2 a 4 fotogramas por segundo.
Cierto es que tampoco es ésta una cámara como para capturar muchas
imágenes consecutivas. De hecho, nos hemos sorprendido a nosotros mismos
-adictos a quemar el "buffer" de la cámara- economizando mucho más los
disparos. Será que nos hemos dejado llevar por la filosofía M.
Volviendo a la velocidad, sí es mejorable el tiempo de puesta en marcha:
casi 2 segundos trabajando con el visor y algo más si esperamos a ver
la imagen en pantalla. Teniendo en cuenta que no hay enfoques
automáticos ni sistemas demasiado complejos que poner en marcha antes
del primer disparo, esperábamos más agilidad en este sentido.
Pero más allá de la velocidad, el Live View y el vídeo, el paso de un
CCD a un CMOS ha despertado no pocas suspicacias entre los usuarios de
la firma. Argumentando que el CCD da ese "toque especial a las imágenes"
y que los respaldos digitales siguen optando por este tipo de captor,
no son pocos los que dudan de este cambio.
Para salir de dudas, lo mejor es -como siempre- echar un vistazo a las
muestras que hemos recopilado durante estos días. Salta a la vista que
los resultados son excelentes y que ese CMOS de formato completo y 24
megapíxeles se lleva muy bien con el extraordinario Summicron 35 mm f2.
Hay viñeteo a f2 y alguna aberración, pero no hay que olvidar que aquí
no hay corrección de software por el camino. Óptica pura y dura.
La eliminación total del filtro de paso bajo repercute directamente en
el elevado nivel de resolución que ofrece el captor. Incluso los JPEG
directos de la cámara son más que aceptables, aunque para descubrir su
potencial lo mejor es descargarse los RAW en formato DNG y exprimir su
potencial en cuanto a nitidez, rango dinámico y control de ruido se
refiere.
Ruido hay, es cierto. A 3.200 ISO o incluso por debajo éste se percibe
con claridad en escenas con poca luz. Pero su textura granulada y la
ausencia de ruido cromático hacen que no resulte nada molesto. Son
interesantes también las posibilidades de esos RAW para trabajar en
blanco y negro. Incluso algunos fotógrafos han llegado a insinuar que
les gustan más que los resultados de la M Monochrom. Una auténtica
herejía para algunos.
Para bien o para mal, la Leica M -las Leica M- no dejan indiferente.
Caras de extrañeza, alguna mirada de pasión o desprecio, susto al oír el
precio… es difícil no opinar ante una cámara que cuesta más de 6.000
euros. Si se le añade su estética y particular idiosincrasia -o
carencias, según cómo se mire-, el debate está servido.
Si tienes que preguntar cuánto cuesta, es que no es para ti.
Posiblemente esa frase se podría aplicar a algún comprador o
coleccionista de piezas que quiere una Leica, no una cámara. Pero nos
costa que para muchos una M es ante todo un instrumento mecánico y
óptico -y digital ahora también- de precisión que cuesta mucho pero que
merece la pena.
No hay nada parecido, argumentan. Y tras pasar unos días con la nueva
Leica M estamos convencidos de ello. Recomendarla o no sería absurdo.
Quienes se planteen hacerlo (se ve que ya hay decenas reservadas)
posiblemente pasarán por encima de esta crónica existencial de alguien
que simplemente se asoma a un mundo muy particular y que -ojo a las
imágenes caídas hacia la izquierda- tropieza con todos y cada uno de los
errores del novato con una M.
Capta imágenes llenas de claridad y color que se pueden imprimir en
tamaños hasta A2 con un impresionante nivel de detalle. El sensor de
tamaño APS-C de 18 megapíxeles es de las mismas dimensiones que los
utilizados en las cámaras DSLR EOS y ofrece la misma calidad de imagen
excepcional.
A medida que se compone una fotografía con la EOS M, la tecnología
del Modo de Escenas Automático Inteligente de la cámara también analiza
el sujeto, evaluando el color, la luminosidad, el movimiento e incluso
detectando la presencia de las personas. Esta información se utiliza
para elegir los ajustes de la cámara más adecuados, para obtener los
mejores mejores resultados posibles.
Una EOS que ofrece la calidad de una réflex con el cuerpo compacto
que puedes llevar a todas partes. Cambia el objetivo EF-M y tu punto de
vista, y disfruta también de la compatibilidad con la gama de objetivos
EF y EF-S con un adaptador de montura EF-EOS M opcional.
Los sencillos controles se pueden usar de forma rápida, por lo que
siempre estarás preparado para expresarte. Una pantalla táctil LCD Clear
View II de 7,7 cm (3”) ofrece un control intuitivo sobre las funciones
del menú y la capacidad de enfocar y disparar con un solo toque.
Graba vídeos Full-HD con la misma cámara que usas para las
fotografías. Disfruta de una excelente calidad de imagen, incluso con
poca luz, y explora nuevos enfoques creativos, como el enfoque con poca
profundidad. Mejorar tu grabación de vídeo con el modo Instantánea de
vídeo (Video Snapshot). Graba una serie de vídeos cortos de 2, 4 u 8
segundos de duración, edítalos y reprodúcelos juntos como una
presentación de vídeos en un único archivo.
Porque, después de cuatro años de espera, lo que todos queremos saber es
cómo es la EOS M, qué tal funciona y comprobar si Canon ha cumplido con
esa norma no escrita que dice que cuando se llega el último a la fiesta
hay que hacer algo para llamar la atención de las que ya están bailando
con otros.
El eslabón entre las compactas y las SLR
La EOS M es pequeña. Salta a la vista que no es la más pequeña de su
clase, pero teniendo en cuenta el tamaño del captor APS-C que alberga en
su interior, sus dimensiones sí resultan muy comedidas. También las NEX
de Sony emplean ese tamaño de sensor y algunas de ellas son
notablemente más delgadas, apuntará el lector más observador. Y con toda
la razón, porque en lo que respecta a grosor esta EOS sin espejo pierde
la partida respecto a la NEX-C3 o la NEX-5N.
Tampoco se trata de un combate por el tamaño, pero es verdad que su
reducido volumen y la facilidad de manejo son, junto a la calidad de los
resultados, los argumentos en los que más hincapié hace Canon a la hora
de hablar de su nueva EOS.
Si por tamaño podría recordarnos a una PowerShot G1 X
algo más grande, por acabados y formas las primeras cámaras que nos
vienen a la cabeza son algunas de las PowerShot SX, aunque la EOS M
presume de un cuerpo metálico y mejor rematado que el de aquéllas.
Como siempre, la ausencia de una empuñadura en condiciones resta puntos a
la ergonomía, pero entre las manos la EOS M se acomoda bien. En este
sentido, punto positivo para Canon por el sistema de anclaje de la
correa ideado para esta cámara y que nos lleva a mirar ahora de reojo al
resto de cámaras del mercado. Tampoco era tan difícil pensar en algo
así, ¿verdad?
Es una EOS
A medio camino entre las compactas y las réflex, si el diseño y el
manejo nos hacen pensar en las primeras, la denominación EOS y el tamaño
de sensor escogido por Canon sitúan esta cámara sin espejo más cerca de
la gama SLR de la firma en lo que respecta a prestaciones y calidad de
imagen.
De hecho, el CMOS de tamaño APS-C y 18 megapíxeles es el mismo que el
empleado en la reciente EOS 650D, aseguran desde Canon. Un detalle que,
sin haber podido probar una unidad final de la cámara ni realizar
fotografías de muestra, permite que nos hagamos una idea muy clara de
cuáles serán sus resultados.
En este sentido, nos ha sorprendido que no se haya apostado por unos
menús de pantalla diferentes a los de las réflex canonistas. Tal vez
algo más gráfico e intuitivo sería más coherente en una cámara que
presume de sencillez en lugar de las largas listas de opciones más
propias de una SLR. Y ya puestos a diseñar un producto con aires
juveniles, ¿por qué no ponerle también Wi-Fi?
Las cifras de la hoja de especificaciones tampoco albergan muchas
sorpresas: sensibilidad de 100 a 12.800 ISO (con un paso más de 25.600
ISO sin calibrar) y una cadencia de disparo de 4,3 fotogramas por
segundo. El sonido de la obturación es audible pero más discreto que
-por ejemplo- en las Micro Cuatro Tercios que han pasado por nuestras
manos.
No se puede optar por un modo de obturación electrónica (como en la reciente Lumix DMC-G5,
por ejemplo) pero tras echar un vistazo a los datos técnicos sí queda
claro que la primera obturación es electrónica y la cortinilla sólo
entra en acción al final de la exposición. Un sistema visto en algunas
Sony y que contribuye a que la reacción de la cámara sea muy rápida al
presionar el disparador.
Lo que tiene, lo que le falta
¿Habría sido más lógico un sistema sin espejo basado en un sensor como
el de la PowerShot G1 X que permitiera reducir el tamaño del cuerpo y
sobre todo de las ópticas? Aunque puede que algunos estén de acuerdo con
esta teoría, si de lo que se trata es de optimizar la calidad de imagen
es lógico pensar que el control del ruido y el rango dinámico habrán
salido ganando con la configuración final de la EOS M.
Otro tema será su posicionamiento en el mercado. Porque, por mucho que
desde la compañía se insista en colocar el sistema en un nuevo nicho que
no afectará ni a sus réflex ni a sus compactas de gama alta, ya se sabe
que el escaparate no siempre se ajusta a los planes diseñados desde los
despachos de "marketing".
¿Tiene sentido una EOS 1100D
ahora que la EOS M ofrece casi lo mismo en un formato más pequeño?
Sobre el papel puede que no, pero también es cierto que no se trata
exactamente del mismo tipo de fotógrafo (véanse los controles y la
ergonomía de una y otra cámara) y que el elevado precio de este modelo
sin espejo también marca la diferencia.
Porque con un precio oficial de unos 850 euros junto al zoom estándar
(será algo más barata con el fijo de 22 milímetros), la Canon EOS M se
posiciona peligrosamente arriba en el actual escaparate fotográfico,
pues es fácil encontrar cámaras similares bastante más asequibles, como
las Sony NEX o las Samsung NX, o decidirse simplemente por una Micro
Cuatro Tercios.
No es ningún secreto que llamarse Canon es un plus y deja cierto margen a
la hora de colocar el precio, pero insistimos: cuando se llega el
último hay que hacerlo con un poco de humildad o con fuegos artificiales
para llamar la atención.
El precio y cierto conservadurismo son, de hecho, dos de las pocas pegas
que, tras pasar una hora jugando con la EOS M y sus ópticas, podríamos
ponerle a este nuevo sistema. Su calidad y rendimiento no nos preocupan,
pero sí la falta de algo que marque distancias con lo que desde hace
años ya puede encontrarse en el mercado.
No es la cámara con aires clásicos que a muchos les gustaría ver, pero
es resultona y fácil de manejar. Un producto de esos que entra por los
ojos pero que tendrá que demostrar que la espera ha merecido la pena.
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