Con el calendario en la mano, era previsible. Pero el frenético ritmo que Sony ha marcado con sus A7 en los últimos meses había hecho que muy pocos se acordaran ya de aquella RX1
que era o sigue siendo uno de esos objetos de deseo que siempre desata muchas pasiones en el escaparate. Sin filtraciones ni pistas previas sobre su llegada, el secretismo a la japonesa esta vez se había aplicado a rajatabla. Incluso dentro de la propia compañía no se tuvo conocimiento de la llegada de la nueva cámara hasta esa misma mañana.
Pero más allá de estas batallitas propias de una película de espías, el caso es que habrá que esperar todavía un par de meses para ver la nueva RX1R II en los escaparates, justo a tiempo para darse un capricho en Navidades. Por ahora, eso sí, hemos tenido la ocasión de pasar unos minutos con ella entre las manos. Una buena manera de empezar a contar los días que faltan para poder probarla de verdad.
Lo de bautizar las cámaras con nombres no ya normales sino al menos fáciles de seguir es una batalla perdida. Así que a la lista de códigos a memorizar ahora hay que sumar uno más: RX1R II, nada menos.
Por supuesto tiene su lógica. Tras la RX1 original Sony lanzó una RX1R en la que se mantenían la inmensa mayoría de las especificaciones pero se incluía un sensor sin filtro de paso bajo para potenciar aún más el nivel de detalle que aquellos 24 millones de puntos eran capaces de ofrecer.
De aquella RX1R surge ahora esta segunda generación, que opta por el camino del medio: ni con filtro ni sin filtro. Esta vez se opta por un sistema que permite activarlo o desactivarlo según las condiciones de la toma. Si lo que importa es el detalle, mejor desactivarlo. Pero si hay riesgo de muaré, mejor disparar con este filtro de paso bajo para evitar problemas. Pentax ya ofrece una solución parecida en su K-3 II, aunque en este caso hablamos de una compacta y de un sensor de formato completo.
Otro dato interesante: igual que la A7S II y la A7R II, a través de una actualización de firmware esta cámara se apunta a ofrecer archivos en formato RAW de 14 bits sin comprimir. En realidad eso solo se nota en imágenes muy concretas y a la hora de editar (o esa es respuesta oficial de Sony a las críticas por la falta de esta opción hasta ahora). Pero en todo caso ahí está para quien quiera elevar un punto más el nivel de calidad y esté dispuesto a trabajar –claro- con unos RAW que ocuparán el doble.
Pero por muy intensos que nos pongamos con estos malabarismos tecnológicos, hay que reconocerlo: la vista se nos va directamente a esos 42 millones de píxeles que luce esta RX1R II. Según nos aseguran desde Sony, se trata del mismo CMOS que el usado en la A7R II, así que todo parece indicar que no nos tendremos que preocupar demasiado por la calidad de imagen.
En todo caso el foco de atención –nunca mejor dicho- habrá que ponerlo en el objetivo, también un viejo conocido: un Zeiss 35 mm f2. Los resultados en la generación anterior eran impecables, pero ahora, al doblar la resolución, se pone sobre la mesa la pregunta de siempre: ¿estará a la altura del sensor este objetivo?
La teoría asegura que sí. Al menos desde la compañía se hizo mucho hincapié en este punto durante la presentación. Según explicaron, se ha realizado un microajuste más preciso que en los modelos anteriores para asegurar los mejores resultados incluso en las esquinas y a máxima apertura.
Todo un reto teniendo en cuenta la resolución y la corta distancia respecto al sensor, pero hasta que no lo podamos probar tendremos un poco de fe en estas promesas que llegan con el sello “made in Japan”. Y no es una forma de hablar, porque desde Sony se remarcó este dato como prueba de que estamos ante su pieza más cuidada.
¿Será posible que en la palma de la mano tengamos una cámara que supere en calidad a la citada A7R II y al Zeiss 35 mm f1.4? Pues quizás sí, porque según el propio discurso de la compañía, la mejor calidad de imagen y la máxima optimización del rendimiento que ofrece el binomio formado por óptica y sensor solo puede conseguirse con un objetivo fijo. Visto así, igual tampoco son tanto esos 3.500 euros.
El visor y la resolución centran el discurso de novedades en esta cámara, pero hay muchas más. El enfoque automático, uno de los puntos más flojos de la primera generación, también se pone al día con un sistema híbrido que cuenta con casi 400 puntos de diferencia de fase y una cobertura del 45% del área de imagen. Eso significa -siempre según Sony- que la RX1R II enfocará un 30% más rápido que sus predecesoras.
Una velocidad que también se traslada al disparo en ráfaga, que ahora alcanza los 5 fotogramas por segundo con enfoque continuo. Es verdad que no es una cámara pensada para la acción, pero vista como segundo cuerpo de un fotógrafo profesional o incluso como una cámara de reportaje realmente pequeña –no cabe en el bolsillo, pero sí en una bolsa muy pequeña- estas mejoras en la agilidad son realmente importantes e interesantes.
Al pensar que con esta RX1R II podremos obtener los mismos (o mejores) resultados que con la A7R II y el Zeiss 35 mm f1.4 dan ganas de comprobar el estado de la hucha
La pantalla abatible de 3 pulgadas y 1,2 millones de puntos también es una incorporación interesante. Pedir monitor táctil en una cámara así igual es un sacrilegio, pero seguro que no lo es tanto pedir un estabilizador de imagen integrado en el sensor o la óptica –las limitaciones del tamaño parecen impedirlo- y grabación de vídeo 4K.
Sí, es una cámara totalmente orientada a la fotografía y en la que el vídeo ocupa un papel secundario, pero teniendo en cuenta que Sony es el mayor abanderado del vídeo 4K, es imposible que no lo echemos de menos.