martes, 20 de noviembre de 2018

Recuperemos el fotómetro: nuestro primer pincel para pintar con luz

Una de las herramientas más importantes que tenemos los fotógrafos es nuestro fotómetro. Con la fotografía digital, la inmediatez de la imagen ha generado que cada vez sea menos utilizado. Sin embargo, es una de las herramientas esenciales que deberían estar en nuestra maleta para cada trabajo que realizamos.

Un pincel fotográfico

Las distintas profesiones cuentan con herramientas para poder realizar sus tareas. En la fotografía, el fotómetro es esa herramienta que nos permite diseñar la luz de la forma perfecta, sacando el máximo provecho de los sensores de nuestra cámara y de la luz que utilizamos para iluminar nuestros sujetos. Es el equivalente a un cincel en la escultura o a un pincel en la pintura.


Aquí es donde se encuentra la primera ventaja del fotómetro. Hay una verdad en él, que da seguridad ante cada toma. Una verdad que es comprobable midiendo y poniendo esos mismos ajustes en cámara. Creativamente podemos subexponer o sobreexponer, pero si sabemos el punto que deseamos tener perfecto, la exposición queda clavada a nuestros deseos.
En vez de quemar disparos, aprendemos a ver en detalle la toma. Lo que nos ayuda a entender los elementos que la componen y cómo ajustarlos para sacar el máximo provecho.
En fotografía de calle, podemos salir y hacer un análisis del contraste de luz que tenemos midiendo a la luz directa y en la sombra. Esto nos permitirá de antemano saber el rango de la escena y si estamos cubiertos con el rango dinámico de nuestra cámara. Ya dependiendo de lo que busquemos expondremos de distintas formas, sabiendo cuáles son nuestros límites y qué es lo que sacrificaremos al irnos más arriba o abajo en exposición. Medir cada 15 minutos siempre ayuda.


Para paisaje, bodas, retrato, moda o demás, en locación el fotómetro es la clave para sacar el máximo provecho a las escenas. Una buena medición nos permite ventajas desde ahorrar tiempos encontrando tiempos de exposición óptimos para realizar ciertos efectos, a manejar y dominar el contraste de las tomas cuando queremos usar los flashes para mezclarlos con la luz ambiente y diseñar iluminaciones especiales.
En estudio, cada medición que hacemos es una pincelada sobre nuestro sujeto. Si bien las luces de modelado nos ayudan a ver la propiedad de la luz sobre nuestros sujetos, es con el fotómetro que vemos cada fuente con propiedad para saber cómo afecta nuestra toma y anticipar qué quedará capturado en la cámara. Esto resulta en una toma donde cada punto de luz potencia nuestro sujeto, donde el contraste es el que buscábamos desde un principio y donde ese control de fuentes muestra por qué somos pintores con luz.

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