Un nuevo libro de Sebastiao Salgado es una noticia excelente para el mundo de la fotografía. Es uno de los fotógrafos más mediáticos de los últimos años.
Sus libros son ensayos definitivos sobre los temas que tocan. Y el
último es una nuevo toque de atención a la humanidad: Génesis.
Su nuevo libro, publicado en España por la editorial Taschen,
es de nuevo un golpe para las conciencias de todos los que se atrevan a
ver sus fotos. Pero, al menos visualmente, no es tan duro como sus dos
trabajos más conocidos: Trabajadores (1993) y Éxodos (2000), que le dejaron extenuado.
Trabajadores y Éxodos nos cuentan
el lado más oscuro del planeta Tierra, este insignificante punto azul en
el espacio que, según podemos ver en ambos libros, es capaz de recoger las situaciones más duras que un ser humano puede aguantar.
De hecho, antes de verlos, la gran mayoría desconocía semejantes
atrocidades. Lo más curioso de todo es que son trabajos hermosísimos. El
horror nunca había parecido tan hermoso.
Esta paradoja, es el principal argumento para desacreditar el trabajo del economista brasileño, pues esa es su formación. Muchos ven demasiada belleza en sus fotografías.
Parece que está esperando una mueca de dolor, un gesto de cansancio que
combine bien con la luz y la composición del momento y crear un momento
único, a pesar de todo.
Pero detrás de sus fotografías no existe la frivolidad de algunos turistas y fotógrafos sin escrúpulos. Toda
su obra es fruto de un trabajo exhaustivo de recopilación de datos,
lugares y situaciones para comunicar al futuro espectador, nosotros, la
situación real de la sociedad. Tiene muy clara la finalidad de
todo el proceso: que al final, a cada uno de nosotros nos quedé un poso
de solidaridad y conciencia para cambiar el mundo. El ve el mundo en
términos económicos, y sabe que la suma es la única forma de conseguir
más soluciones para un mundo que se desmorona.
Tiene una forma muy peculiar de ver la fotografía, y algunos pueden
verla hasta fría, pero no podemos olvidar sus orígenes y sus estudios.
Es triste, pero en un mundo como el actual es verdad. Así que los
románticos no leáis esta declaración de Sebastiao Salgado, que nos
descubrió José Manuel Navia:
Por eso no se puede pensar que hace fotografías sin pensar, a la
ligera, por frivolidad. Son fruto de un trabajo agotador que muchas
veces le han llevado al límite, como ha ocurrido también en este caso,
con su último libro. Génesis nació gracias al descanso que tuvo
que tomar después del agotador proyecto Éxodos, que le dejó sin energías
y sin fe en el futuro.
Dicho descanso lo tomó en una antigua hacienda de su familia en
Brasil. Era terreno robado a la selva para el ganado y estaba
destrozado. Junto con su mujer, verdadero pilar de su vida, decidieron
reforestar el terreno, pero con muy pocas esperanzas. La sorpresa fue
descubrir que en pocos años volvieron los animales a ocupar el terreno
que se les había robado en nombre del progreso. Esto les hizo plantearse
varias cosas, como lo delicado que es mantener el equilibro en la
tierra y la fuerza arrolladora de la naturaleza. Por eso, decidieron embarcarse en este proyecto que ahora ve la luz en forma de libro y una exposición itinerante por todo el mundo.
El libro tiene más de 500 páginas, mide 24x35 cm y
es una continua invitación a la observación. Además tiene el aliciente,
para algunos forofos de la tecnología, de representar el cambio del
mundo químico al digital por parte del autor. Es la primera vez que Salgado hace fotos con una cámara digital, y lo maravilloso es que no se nota. Es una de las pruebas más claras para el gran público de que lo importante es el fotógrafo, no la cámara que se use.
A lo largo del libro, y acompañado por un libreto con 17 páginas (no
hay nada más cómodo para dar todo el protagonismo a las fotografías y
poder leer por separado toda su descripción) descubrimos los últimos
lugares y las últimas tribus que todavía no han sido contaminadas por el
hombre destructor del siglo XX:
De nuevo nos encontramos ante un libro necesario, un imprescindible para la biblioteca que todo fotógrafo debe tener.
Son fotos de la naturaleza virgen. No son fotos perfectas, son fotos
reales en el blanco y negro, marca de la casa, de Salgado. Ese blanco y
negro que a muchos nos hizo comprar rollos y rollos de TRi-X para
intentar emularle hasta que nos enteramos de que tenía un laboratorio en
París que sólo hacía sus copias con objetivos especiales para grandes
ampliaciones.
Lo curioso de este trabajo es que empezó y terminó sin Leica, la marca fetiche del fotógrafo brasileño. Las fotos de este proyecto son disparos con una Pentax 645,
de formato medio. Y justo cuando los grandes fabricantes abandonan el
soporte de plata o desaparecen, y por culpa de los controles de los
aeropuertos está a punto de abandonar el proyecto (le velaron algunos
rollos), aparece el mundo digital ante él, en la forma de un Pentax 645D y una Canon EOS 1Ds MarkIII.
Y lo curioso es que esta historia es la que menos importa. La
tecnología pierde protagonismo cuando las fotografías hablan por sí
solas. Así que recomiendo comprarlo, ir a casa, sentarse en nuestro
sillón favorito y disfrutar y concienciarse con esta joya con forma de
libro. La fotografía habla.
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